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Nació el 19 de noviembre de 1879 en Partinico, Provincia de Palermo, Italia. Recibe el santo Bautismo el 29 de noviembre siguiente en la Iglesia Madre “Anunciación de María Santísima”, en Partinico, con el nombre de Diomira Ludovica Romana. Dicha fecha ella siempre la consideró como la de su verdadero nacimiento.
En 1886, a sólo 6 años de edad, llora la pérdida del papá al que estaba muy ligada. Se traslada poco después a Roma para los estudios, en el Colegio de la Divina Providencia.
El 1º de junio de 1892 recibe su Primera Comunión. Con el adolescente empuje de sus trece años está enamorada de Jesús. Recibirlo, tenerlo para sí, adorarlo es un acontecimiento tal que señala para ella el comienzo de una madurez interior que durará toda su vida.
A los 18 años siente muy fuertemente la llamada a la vida religiosa. Después de haber rezado, reflexionado, luchado consigo misma, escoge entrar en la Congregación de las “Hijas de la Cruz” en Francia: es el año 1901. El 2 de setiembre de 1902 hace su Primera Profesión, dejando el nombre “Diomira” y tomando el de “Luisa Margarita”.
Después de años de vida religiosa y mucha oración, ayudada también en esto por su director espiritual, Mons. Héctor Savazzini, comprende que el Señor tiene para ella otros proyectos: la está llamando a fundar un nuevo Instituto Religioso. Éste Instituto, de las Religiosas Oblatas al Divino Amor, es fundado en Sicilia en 1923, con esta finalidad: Consagración a Dios Trino y Uno, seguimiento a Cristo, obediencia al Vicario de Cristo, oración y colaboración con el sacerdocio católico, educación de los niños y de la juventud, realización del reino de Dios en la humildad y en el amor.
La semilla se ha desarrollado no sólo en Italia, sino también en América y la cosecha no ha sido fácil, sino que ha costado largas noches de oración y mucho sacrificio, y solamente al fin de su vida recoge alegre los frutos de la santa siembra.
En la oración, en la contemplación de Jesús Eucaristía encuentra la fuerza necesaria para llevar a cabo sus maravillosos proyectos, encuentra aquella luz que iluminaba su camino, con frecuencia combatido y penoso, porque las obras de Dios se realizan sólo en la oración, en la meditación y en la lucha.
Siempre nuestra Señora, la Virgen María, ha sido para ella una verdadera “Mamá” y ella se sentía como su hija predilecta. El 18 de junio de 1974, la Madre Margarita, a los 95 años, fue acogida en la gloria celestial. Su vida se apagó lentamente, sin fatiga porque sabía que había cumplido con la voluntad de Dios.
El proceso de Beatificación comenzó en 1996, mientras que en el 2000 se emprendió la fase romana. Su tumba, en Roma, a poca distancia de la Basílica Mayor de San Juan de Letrán, sigue siendo meta de peregrinaciones y de oración de parte de devotos provenientes de todas las partes del mundo. Muchísimos son los que obtienen gracias por su intercesión.